Este blog forma parte del proyecto final de curso de la asignatura Escultura I de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Politécnica de Valencia. Mayo 2010.

JUSTIFICACIÓN DE LA ELECCIÓN

El Cabanyal es uno de los tres barrios que forman junto a Velluters y Ruzafa el conjunto histórico de la ciudad de Valencia.
Espacialmente esta encuadrado entre la acequia de la cadena al norte, el mediterraneo al este, la acequia del gas al sur y la calle de la serreria al oeste.
Tradicionalmente fue un pueblo marinero de pescadores independiente de Valencia hasta 1897 año en que quedo anexionado a la ciudad de Valencia. Su trazado urbanístico y el estilo modernista popular de sus viviendas mereció que fuera catalogado como Bien de Interes Cultural, por la Conselleria de Cultura de la Generalitat Valenciana en 1993.
Según el antropólogo Manuel Delgado, la definición canónica de patrimonio remite a lo que una generación recibe de otras anteriores como herencia, lo que se puede transmitir y también todo aquello que un grupo humano reconoce como propio y que resume su sentido de identidad.
En este sentido, el patrimonio ya no es solamente el pasado de ese grupo humano que reclama como propio, también es el futuro. El futuro también se hereda.
Pero ese futuro se ha visto truncado y roto por el ayuntamiento de Valencia que ha querido llevar a cabo un plan urbanístico creado el siglo pasado que consiste en trazar una avenida hasta el mar.
La prolongación de esta avenida (Av. Blasco Ibáñez) atraviesa y secciona el barrio entero. En su escala de valores los intereses económicos que puede generar esta prolongación, al estar situado en la playa de Valencia y al lado del puerto, están por encima del respeto histórico al barrio y a la propia ciudad.
Para llevar a cabo este plan comenzaron degradando el barrio, mediante una empresa privada del propio ayuntamiento, que aparte de engañar a los propietarios de viviendas vendiéndoles otras de inferior calidad, instrumentalizaron a personas con muy bajos recursos, excluidos sociales y de dudosa forma de vida, como traficantes y apostadores de peleas de gallos, alquilandols las casas que nunca dejaron rehabilitar, al no conceder permisos de obras, para detriorar el barrio y que se produjese un evidente malestar entre los vecinos.
Este plan de degradación dividió la opinión de los propios habitantes parte de los cuales, ante la degeneración del barrio y ajenos a la brutal manipulación a la que están sometidos, consienten en la prolongación de la avenida como el único remedio de salvación del barrio.
Otros estamos en contra de este terrorismo urbanístico y social y queremos la digna y merecida rehabilitación de nuestro barrio, patrimonio también desde 1897 de la propia ciudad y de nuestra propia memoria personal.

“La huella es una presencia de una ausencia, es decir, una marca material o inmaterial, que da cuenta de algo que esta ausente…” (Manuel Delgado)